Como canciones
tus palabras el recuerdo
me amanece

miércoles, 24 de marzo de 2010

Ginemisterio Nº 1 "El pudor espacio-temporal

Posiblemente vaya a ser injusto y parcial, posiblemente estos misterios sean producto de mis experiencias y anécdotas, posiblemente ya me hayan contestado en muchas ocasiones, Posiblemente pueda parecer misógino, y aseguro que no lo soy, si algo me gusta en la vida son las chicas ¡Y no como objetos! Si a alguien he podido llamar en mi vida Amigo, ese alguien es una mujer, o mujeres. Posiblemente…

Y no tengo otra forma, o no se hacerlo de otra forma que, mediante relatos, anécdotas propias, o relatos imaginarios, y así lo haré

Tampoco aseguro que vaya a completar la serie, o escribir mas de uno, ya saben, mi natural pereza.


MISTERIO 1º El pudor espacio-temporal

Hace años, ya bastantes, yo tenia un apartamento en la costa murciana, una “pocholada” de sitio.

Estaba en una zona desierta de la costa, aun quedaban, y supongo que quedan, el núcleo habitado mas cercano estaba a ocho o nueve kilómetros

Era muy pequeño, mas que apartamento era cueva excavada en un acantilado sobre el mar, tenía una sola estancia, amplia, que era salón, habitación y cocina. También, claro esta, había un baño, completo, y minúsculo. Y eso si un enorme ventanal al frente que ocupaba toda la parte que daba al mar.

Después del ventanal había una gran terraza sobre el acantilado, con grandes jardineras repletas de portulacas de flores rojas y amarillas. Por un portillo entre las jardineras se salía a una escalera, que estrecha descendía hasta una plataforma junto al mar.

Lo dicho, un sitio estupendo, nunca debí venderlo.

En una ocasión, producto de mi inconsciencia, fuimos a pasar unos días, no muchos, tres amigas y yo. Amigas, solo amigas, sin ningún tipo de “derecho”, ni nada. Una temeridad por mi parte.

Por las mañanas bajábamos a la plataforma a tomar el sol y bañarnos. Y las tres chicas se tumbaban sobre las toallas, y como único aditamento, el bronceador. Yo no, yo mantenía mi bañador, que se trataba de tomar el sol, no de hacer reír.

A medio día subíamos a comer y después siesta enorme

Y tras la siesta, todas las tardes se producía el drama, objeto de este relato

- Rafa, ¡Anda! Sal a la terraza que nos tenemos que cambiar
- ¿Y no puedo quedarme mirando la tele?
- ¡Que te salgas, que tenemos que cambiarnos!

Y yo me pasaba una hora larga esperando en la terraza y tratando adivinar que era lo que no podía ver, que no hubiera visto ya esa misma mañana.

Y todas las tardes, antes de irnos a cenar y tomar unas copas al pueblo cercano, lo mismo



Muchos mas años antes, casi en el tiempo de los dinosaurios, teníamos un equipo de baloncesto en la universidad. Era el único equipo mixto de la liga universitaria, bueno, era único por muchas otras cosas, la caja de cervezas en el banquillo, y que ganábamos siempre o casi siempre.

El pabellón donde jugábamos solo tenía dos vestuarios, en los entrenamientos no había problema, uno para los chicos, y otro para las chicas.

Pero los días de partido, había que ceder uno de los vestuarios al equipo visitante. Pero tampoco suponía ningún problema, nos cambiamos y duchábamos juntos, y no pasaba nada, tan ricamente, Amistad y compañerismo, y sobretodo mirar mucho al suelo o al techo.

Y jamás, que yo oyera, se hizo ningún comentario, ni allí, ni fuera, por parte de los chicos, sobre la anatomía de las chicas. Era una regla no escrita, y respetada. ¡Que majos éramos!

Desconozco si las chicas eran tan discretas como nosotros.

Lo malo era cuando jugábamos “fuera”. Por la misteriosa razón que me ocupa, las chicas no nos permitían cambiarnos y ducharnos con ellas. Y por mas que rogáramos no hubo manera, y tampoco era cuestión de ponerse muy pesado, sobretodo porque alguna de ellas supera el 1,90 y con la adrenalina del partido podías sufrir un percance en forma de bofetón “cruzao”. Tampoco se obtuvieron nunca explicaciones al respecto, al menos coherentes.

Y allí nos veíamos los chicos esperando a que terminaran de ducharse, con el sudor frío, lo cual en el invierno madrileño, alcarreño, vallisoletano, o donde tocara, era experiencia cercana a la muerte. Eso si, los botellines nunca faltaron

….

Próximo episodio (si tengo ganas) ¿Que parte de la frase “no quiero compromisos” no entendiste?

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