Como canciones
tus palabras el recuerdo
me amanece

jueves, 12 de noviembre de 2009

Los piojos

Como todas las mini desgracias domesticas, ocurren en los días en los que le tocaba salir a la “madre de los niños”.

Cuando llego a su casa, ya iba acompañado de la noche, y allí estaban las dos, madre e hija, frente al reclinatorio de la televisión del salón.
- ¿No sales?- pregunto el, al verla sin arreglar aun
- No, tu hija tiene piojos
¡Naturalmente! La existencia de fauna capilar era debido a los genes plebeyos del padre, jamás entre la Grandeza de España, nunca se había dado un caso, y menos dentro de la muy antigua nobleza aragonesa.
- ¿Y que quieres que le haga yo? Habrá que darle el productito ese de cuando los cogio su hermano
- No hay, lo tire.
- Bueno voy a la farmacia a por ello- dijo el con cara de resignación
- Pero antes míralo tú a ver si yo estoy equivocada-
- ¿Yo? ¿Por qué?
- ¿No eres biólogo?
El ser biólogo, según ella, le confería potestad sobre todo lo que respirara y se moviera, pero seamos justos, el pensaba lo mismo de la lavadora, que era responsabilidad de ella, que es arqueóloga, mas que nada por la antigüedad del trasto.
Cogio el peine y empezó a peinar al pobrecito ángel de su hija, sobre un folio blanco, y armado de poderosa lupa, que salio en el “Quimicefa” de su otro hijo, que con la vista que ya tenia, lo mismo le daría un piojo, que un tigre de bengala.
Y allí estaba, el “pipi”, orondo y sonriente cual liberado de la UGT. Incluso visto a través de la impecable óptica de lupa de quimicefa, le pareció que le hacia un corte de mangas.
Saco el coche de garaje, en busca del matapiojos perdido, la luz de la reserva se encendió de forma traicionera, - ¡me cago en too!- mascullo
Cambio de dirección. A la gasolinera mas cercana. Y a esas horas naturalmente en prepago.
- Me pone 20 de gasolina- le dijo a la encargada, arrojando la tarjeta de “cajasmadris” por la ranura, teniendo eso si mucho cuidado, que no le pillaren los dedos, como ya le ocurrió una vez.
- Perdona, pero no me pasa- dijo ella
- ¿Cómo? Pero si estamos a día 30,
- No, si debe ser la banda que esta rayada - dice, devolviendo la tarjeta por la dichosa ranura. -¿No tiene otra?-
- Mira, veras, te cuento, voy a una farmacia, que mi hija ha venido hoy del colegio con piojos, y no se si me va a llegar la gasolina – confeso el, siempre eso de hablar por una ventanilla, le hacia sentir el deseo de confesar.
A la dependienta, le cambio la cara, una expresión de comprensión y solidaridad se le apareció.
- Calle, calle, le entiendo, mis hijos cada 15 días lo mismo, son los laboratorios, que los echan para hacer su agosto, ande, déme otra vez la tarjeta a ver si por la otra maquina pasa. Y en la farmacia pida “Matapiojin extraforte” que es lo mejor.

Ya con el deposito lleno de la magnifica cantidad de 20 euros se dirigió a la farmacia, que naturalmente estaba cerrada. Se acordó de una que esta abierta 24 horas.
Al llegara al farmacia “famosa” esta protegida por el carril bus,
- Y ahora donde dejo el coche- pensó
Comenzó a dar vueltas buscando donde aparcar, pero cuanto mas vueltas daba, mas se alejaba de la dichosa farmacia.
Tomo una decisión
- Lo dejo en la esquina y que den por saco al coche, y al tonto lahaba del alcalde
Ya frente al nuevo confesionario de la farmacia
- Me da “Matapiojin extraforte”- demando
- ¿Perdón? No conozco eso- dice la farmacéutica
- Si, vera, algo para matar a los piojos, que la niña vino hoy del colegio infectadita.
- Pues ese no le conozco, pero le puedo dar lo ultimo que ha salido al mercado
- Bien, de acuerdo
- Son 34,60- dijo la boticaria, con cara de sádica
- ¡Jodeeer!- Y pago

Al salir de la farmacia, allí esta, el coche patrulla de la municipal, junto a su coche.
-¡Ya voy! ¡Ya voy!
- Pero a usted le parece normal dejar así el coche- dice una agente bastante guapa.
- Perdone, pero es que vengo de la farmacia, que hoy la niña vino perdidita de piojos del cole.
- Ya, ya, - dice la agente guapa – no me diga mas, le habrán dado “Matapiojin extraforte” es lo mejor. Ande mueva el coche, y que se solucione el problema.

Feliz por haber evitado la multa, y llevando en sus manos el arma definitiva contra la pérfida conspiración piojil, se dirigió a su casa. Pero pensaba:

-Comparando el peso de un piojo, y lo que vale matarlo, yo que el Bin laden pedia que le subieran la recompensa.

Al llegar a la casa, todo apagado, silencio, se dirigió a la habitación de la madre de los niños,. Llamo…

- Hola, ¿estas dormida? Ya tengo lo de los piojos no sabes lo que me ha costado encontrarlo, ¿Y la niña?
- La niña, dormida,- dijo ella- has tardado tanto…
-¿Y los piojos?
- Pues fui a preguntar a Marta, (la vecina) que sus hijas los tuvieron hace poco, y me ha dejado lo que les puso, “Matapiojin extraforte”, y ya se lo puse.
- Bueno, vale, hasta mañana - , dijo el con resignación.

A la noche siguiente esta el ante el ordenador, un picor agudo le recorre la cabeza,
-Mira que si ahora yooo…- pensó
Cogio el folio, la fastuosa lupa, y empezó a sacudirse el poco pelo,
Y allí estaba un piojo, la mismita cara que Fidel, pero mas sonriente.
- !Te vas a enterar, tu y tus hermanos, tengo "lo ultimo del mercado"! - dijo mientras lo aplastaba, con rabia sadica.
Y se fue a buscar el producto, "lo ultimo del mercado", recorrió un baño, otro, y hasta el baño prohibido, el de la mama de las criaturas, nada, no apareció
Ya resignado, se sentó en el baño a esperar, en el baño si, no sea que alguno se fugara, al menos alli lo veria, y por si al llegar ella, le podría dar noticia de donde puñetas estaba lo “ultimo del mercado”
Cuando llego, pregunta:
- ¡Oye! ¿Donde leches has puesto lo que traje ayer para matar a los pipis?
- ¿Por qué? ¿Tiene la niña otra vez?
- No, ahora soy yo quien los tiene
Carcajada,
-Jajaa, es que se lo puse por la mañana a la niña, al niño, y a mí, por si acaso, y se ha terminado.

De nuevo, frente a la ventanilla de la gasolinera, que los 20 euros del día anterior no dieron para mas.
- ¿Se soluciono el problema de la niña? – pregunto la dependienta
- Si, ahora que el que los tiene soy yo, me los pego
- Pues ya sabes, “Matapiojin extraforte” – dijo con una sonrisa de oreja a oreja

De camino a la farmacia, se dijo para si
- Al próximo le digo que son ladillas, mejor golfo y cochino, que gilipollas