Como canciones
tus palabras el recuerdo
me amanece

sábado, 21 de marzo de 2009

Marques de Santillana

En toda la su monta[ñ]a
de Trasmoz a Veratón
non ví tan gentil serrana.

Partiendo de Conejares,
allá susso en la montaña,
çerca de la Travessaña,
camino de Trasovares,
encontré moça loçana
poco más acá de Añón
riberas de una fontana.

Traía saya apretada,
muy bien pressa en la cintura;
a guisa d'Estremadura
çinta, e collera labrada.

Dixe: "Dios te salve, hermana;
Aunque vengas de Aragón,
desta serás castellana."

Respondióme: "Cavallero,
non penseis que me tenedes,
ca primero provaredes
este mi dardo pedrero;
ca después desta semana
fago bodas con Antón,
vaquerizo de Morana."

Iñigo López de Mendoza Marques de Santillana

sábado, 7 de marzo de 2009

Un cuento

Aída era una mujer.
Aída a su 58 cumpleaños creía que la vida la había tratado mal, que su vida no era suya, que en el reparto de la suerte ella no compro ningún número
Aída estaba atada aun defecto físico que la impedía volar como ella quisiera, no era nada importante pero para ella era la cadena que la ataba a la tierra.
Su actividad se reducía a la visita de sus sobrinos, al mercado de la barriada de Madrid donde vivía. Y a todo el mundo saludaba conocido o no.
La vida de Aída se discurría por un círculo de soledades
Su sobrino dijo que se comprara un ordenador, y así podrían estar en contacto, mientras él estuviera estudiando en Estados Unidos. Y así lo hizo.
Al principio de tener el ordenador, Aída lo miraba como a un bicho raro, un mueble mas en su sala, junto a la mesa camilla, en el aparador que fue de sus padres.
Un día movida por la curiosidad Aída llego a la sala de chat,
Allí encontró el viento que la permitiría volar.
Aída se levantaba por las mañanas, y lo primero que hacia era abrir la sala, preparaba café, para los que fueran llegando, saludaba a todos. A todos conocía y ellos la conocían, allí era libre, sin nada que la atara
Cuando llegaba la hora de comer ella preguntaba en la sala: ¿Qué os apetece? Y según decían, ella hacia. Por fin cocinaba para alguien.
Allí dentro estaban sus amigos, sus confidentes, hasta su amor. Reía con ellos y sufría con ellos, allí tenia la comprensión que no encontraba en si misma. Allí estaba la vida que ella siempre quiso tener. Allí amaba y odiaba.

El día 21 de Septiembre a las 21:37 horas se produjo el apagón, La pantalla en un ensalmo desapareció, y le ultimo bit salió de su vida como un punto.
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Preocupada dos días mas tarde su hermana entro en la casa, todo estaba como si le tiempo se hubiera detenido, parecía incluso que la taza de café frío aun humeaba.
Allí estaba ella con la mirada perdida en la pantalla.
Shock postraumatico con perdida de conciencia, o algo asi, dijo el medico.
Aída esta ahora sentada en la silla de un hospital, con la misma mirada perdida que cuando la encontraron.
Ningún tratamiento ha conseguido hacerla volver
A nadie se le ha ocurrido volver a encender el ordenador.

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No hay mundos virtuales, esto en lo que estamos no es mas que un medio de comunicación, o de conocer gente.
Lo que se dice "aquí" lo que se hace, lo que se siente, somos nosotros, que no somos "virtuales" quienes lo hacemos. Y se lo decimos, hacemos, a "otros" que tampoco son "virtuales"
No existe la amistad virtual, ni la vida virtual, ni el sexo virtual, todo tiene sus consecuencias, el hecho de estar sentaditos en nuestras casas, no quita importancia a lo que decimos o hacemos, como no lo quitaría si lo hiciéramos por teléfono, o cara a cara.
El poder ser anónimos, o incluso auto inventarnos en otro yo, no quita que para la persona que te escucha, o te lee, puedes ser tan real como ella, y eso tiene una responsabilidad
Pero tal vez, este equivocado, y todo sea virtual, nuestras vidas sean tan solo el reflejo en el fondo de una cueva, o un sueño, no se, habrá que preguntárselo a Don Calderón de la Barca

Madrid, Octubre del 2003