Como canciones
tus palabras el recuerdo
me amanece

miércoles, 22 de abril de 2009

Los cambios. Demasiadas preguntas

A veces los humanos, en mi opinión, tenemos la fútil idea de que la gente puede cambiar, de que nosotros podemos cambiar, que por mí, por nosotros, alguien puede cambiar.

Por otra parte, puede que si, que ante los ojos de los “otros” alguien cambie.

¿Pero realmente cambio? ¿O simplemente mostró otra faceta de la compleja personalidad que a todos nos acompaña?

¿Alguien lo sabe?, yo no tengo respuesta.

¿Y si alguien cambia realmente?

Entonces ese sujeto, ya nos seria la misma persona, que tal vez era nuestro amigo, o nuestro amor.

Pero me surge otra pregunta, cambiamos para adaptarnos a la persona que tenemos al lado, porque quizás es lo que ella desea, pero entonces, ¿No seriamos “algo” distinto de lo que nos hizo estar con ella? ¿O es que ella (la persona) estaba con nos, para modelarnos, y ese era su interés?

¡Es mas! Los dos cambian, los dos ceden un poco, para ajustarse el uno al otro, pero eso no es un cambio, es una adaptación, en el fondo, son lo que son, no hay cambio. Tarde o temprano, o solo en forma de destello fugaz, volverán a ser lo que eran. ¿O no?

Demasiadas preguntas, ninguna respuesta, al menos que yo sepa

Lo que si puedo decir, lo que si voy a hacer es cambiarme… cambiarme de ropa interior, que ya es hora.

"Cada día, y con ayuda de los dos aspectos de mi inteligencia, el moral y el intelectual, me acercaba más a esa verdad cuyo descubrimiento parcial me ha llevado a este terrible naufragio y que consiste en que el hombre no es sólo uno, sino dos. Y digo dos porque mis conocimientos no han ido más allá de este punto. Otros vendrán después, otros que me sobrepasarán en conocimientos, y me atrevo a predecir que al fin el hombre será tenido y reconocido como un conglomerado de personalidades diversas, discrepantes e independientes. .../...
La primera, porque he aprendido que cada hombre carga con su destino a lo largo de toda su vida y que cuando trata de sacudírselo de los hombros le vuelve a caer con un peso aún mayor y más extraño. Segundo, porque, como dejará bien a las claras mi relato, mis descubrimientos han sido, por desgracia, incompletos. Bastará con que diga que no sólo aprendí a distinguir mi cuerpo material de la emanación de ciertos poderes que componen mi espíritu, sino que llegué a fabricarme una pócima por medio de la cual logré despojar a esos poderes de su supremacía y sustituir mi aspecto por una segunda forma y apariencia no menos natural para mí, puesto que constituía expresión de los elementos más bajos de mi espíritu y llevaba su sello."

Robert Louis Stevenson (1850, 1894) El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde

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