Como canciones
tus palabras el recuerdo
me amanece

viernes, 26 de febrero de 2010

El caso del garaje

Suspiro al oír arrancar a su viejo coche, todas las mañana al meter al llave se preguntaba si ese seria el día que le dejaría tirado.

Mientras esperaba a que se abriera el portón del garaje, los vio, un grupo de vecinos junto con el portero, contemplaban algo.
Eso solo significaba una cosa, problemas, y con su recién estrenado cargo rotatorio de presidente era el principal candidato a endosarle el “mochuelo”
Intento hacerse pequeñito en el asiento, pero ya era demasiado tarde, el portero le había visto, y le hacia señas para que se acercara.

Mientras se acercaba al grupo, empezó a mirar las caras tratando de adivinar con que se iba a enfrentar.

Había cuatro vecinos, uno de ellos miraba al suelo con cara compungida, no creyéndose lo que veía.

Estaba también la vecina que siempre le sonreía, con una sonrisa que jamás supo interpretar, era una mujer atractiva por partes, y digo por partes porque cada una de sus partes eran atractivas, lo malo es que no había ninguna igual, ni en tamaño, ni forma.

Y también había dos vecinos mas, ambos con cara de piedra, sin expresión, lo único que decía algo de ellos, eran sus vestimentas, el uno, con traje de oficina de banco, en barrio remoto. El otro, chándal de deporte, desconocedor de cualquier deporte, salvo el de la televisión dominguera.

No le hizo falta preguntar que había pasado, cuando llego a su altura la pudo ver, tumbada sobre un costado, rodeada de un liquido negro y grasiento, uno de sus brazos doblado y retorcido bajo ella, y el otro apuntando al techo como señalando algo invisible pero como si acusara, A través del faldón rojo y roto se atisbaba un interior metalizado.

El dueño manoseaba de forma nerviosa el ridículo casco que sin duda usaba cuando paseaba con ella, apenas podía contener las lágrimas.

- ¿Que ha pasado? – pregunto el presidente accidental
- No se, la encontré así – dijo el compungido vecino.

El presidente accidental, volvió a mirar a la preciosa y ahora destrozada sccoter roja que yacía el suelo.

- ¿Han dejado alguna nota? – volvió a preguntar el presidente
- No, ninguna, el muy cabr... –respondio el dueño

Y entonces uno d los vecinos con cara de piedra, se sintió en la obligación de hacerse el enteradillo y dijo:

- Será fácil saberlo, el que lo haya hecho, algún arañazo se habrá dejado en el coche -

- Eso si aun esta el coche aquí – dijo la vecina escombro

En ese momento el presidente accidental echo de menos llevar gabardina, y sacando un “ducados” de bolsillo, lo encendió con calma antes de decir:

- Lo que se debe hacer… - hizo un pausa para crear expectación – es visionar la cámara de la puerta del garaje – dio otra calada al cigarrillo y siguió - para ver que coches se movieron anoche –

Y dirigiéndose al desolado amo de la moto pregunto:

- ¿A que hora dejaste la moto anoche?

- Sobre las ocho y media – respondió apretando con fuerza entre sus manos el estrafalario casco

- ¿Y esta mañana a que hora encontraste el “cuerpo”? – pregunto el sagaz presidente accidental

- Hace mas o menos tres cuartos de hora – respondió el vecino motorista

- ¿Y “mas o menos” que hora exacta es? – pregunto de forma a casi impertinente el perspicaz presidente accidental

- Pues sobre las ocho menos cuarto -

Y como si pensara en alto el presidente fortuito: a media voz dijo:

- Entonces los hechos ocurrieron entre las 20:30 horas de ayer y las 7:45 de hoy, mmmmm, eso son casi 12 horas – y dirigiéndose a los demás, pregunto – ¿Nadie ha visto ni oído nada?

Todos negaron con la cabeza,

Y con tono resolutivo se dirigió a su fiel conserje Francisco, que había permanecido en segundo plano hasta ese momento

- ¡Paco! Haz una cosa, visiona – “que bien hablo” se dijo para si - la grabación de la cámara de la puerta del garaje entre las 20:30 de ayer, o mejor desde que entrara Don Javier con la moto, hasta las 8 de hoy. Llamare al administrador para que te de la clave y puedas hacerlo, Y me apuntas los coches que entraron y salieron, en ese tiempo. Cuando yo llegue esta tarde los revisamos a ver cual tiene marcas.-

Y el dueño de la victima, le dio por apostillar

- Pues si no lo encuentran, tendrá que pagar el seguro de la comunidad -

-¡Eso ya lo veremos!- respondio el presidente ocasional de forma casi violenta.

En ese momento a todo el mundo le entro prisa por marcharse. Pero antes la vecina escombro se dirigió al dueño de la moto adelantando hacia el, su pecho mas grande, que era justo el contrario de su pierna mas corta, y le dijo:

- ¿Si quieres te llevo?

...

Esa tarde cuando llego el presidente de su quehacer profesional, su fiel portero Paco le tenía preparada la lista de las entradas y salidas del garaje

Y juntos se dispusieron a revisar los coches, que por fortuna se encontraban todos ahí. Todos menos uno, un golf cabrio blanco, que entro en el garaje a las 12:36 y marcho esa mañana a las 6:17. Ninguno presentaba marcas.

- Paco, ¿tu sabes de quien ese golf? – Pregunto el presidente
- No me suena, creo que no es de un vecino, jamás lo vi. – respondió el leal Paco
- Vamos a ver la cinta, - resolvió el presidente

En la cinta se veía entrar un cabrio blanco, y claramente para el presidente, que menudo olfato tenia para las chicas, se distinguía al volante una mujer.

Y el presidente se dirigió a casa del dueño de la victima, a informarle del fracaso de sus pesquisas

Al abrir la puerta el motorista le recibió con una sonrisa, esto escamo al presidente

Hola Javier – dijo el presidente – mañana llamare al seguro de la comunidad para ver que se puede hacer. Lo mismo los peritos son capaces de saber quien fue

Noooo, no te molestes – dijo Javier – he hablado con mi seguro y se hacen cargo ellos.

Y entonces el presidente lo tuvo claro, ya sabía lo que había ocurrido,

- Por cierto Javier – dijo el presidente con mala baba apenas contenida – no te pregunte esta mañana que tal tu suegra.
- Pues sigue igual, en el hospital – respondió sin emoción
- ¿Y tu mujer sigue pasando las noches allí? – volvió preguntar
- Si
- Pues vaya lío, ¿no? Tu sin moto y ella se lleva el coche, un Renault ¿verdad?
- Si. ¿Por? – respondió el vecino con cara mosqueo
- No por nada, nada, bueno me voy – dijo el presidente sagaz – si necesitas algo me lo dices Javier
- Gracias, hasta luego – dijo el vecino desde la puerta de su casa

Y ya cuando pulsaba el presidente le botón del ascensor se volvió al vecino que aun permanecía como una cariátide en la puerta de su casa, y le pregunto

- Por cierto, ¿Tú no sabrás quien es la chica que tiene un golf blanco?
- ¡No! – respondió poniéndose colorado
- Pues creo que fue quien te chafo la moto al salir de TU plaza de garaje – y sin esperar respuesta el presidente accidental se metió en el ascensor y desapareció, lamentando para sus adentros no llevar una gabardina en ese momento.

Caso resuelto

Próximos casos del "Presidente accidental":

"El no reciclador siempre paga"
"Unas bragas en el patio"

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