Hace unos años, una de la primeras veces que fui a buscar mi hijo al cole, tendría el… pues 4 o 5 años, no mas. Me puse a charlar en animada y trivial conversación con otra mama. De muy buen ver y falda altera
Mi hijo, revoloteaba a nuestro alrededor, y en momento dado, paro, y se asomo por debajo de la falda de mi interlocutora.
Naturalmente le regañe severamente, y recibí el correspondiente, “no pasa nada, cosas de niños” por parte de la “estupenda” mama.
Minutos después, mientras ajustaba el cinturón del coche a mi hijo, le sonreí, como solo se sonríe desde el cariño y el amor, le abrace, y le di un beso. No me pude contener.
Me miro como a un marciano, pero ¡Que orgulloso estaba!.
Lo que si pude contener, fueron las ganas de preguntarle de que color las llevaba.
¿O no llevaba?
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