Sobre el horizonte, como un palmo por encima de este se distinguía
un puntito brillante, aunque si te fijabas mucho era un punto doble.
Pero en aquel atardecer, el punto, la estrella, solo era
una, resplandeciente, sobre las montañas rojizas.
Dos personajes, con sus espaldas apoyadas en una roca,
hombro con hombro la contemplaban en silencio, en realidad el silencio era casi
obligado, en aquel paraje todo sonido, todo ruido, era leve, atenuado, lento.
El sol ya casi ocultándose a sus espaldas era lejano, frio,
chiquitito, Digamos como un sol de bombilla mortecina de cualquier servicio mal
oliente a miles de kilómetros de distancia
-- ¿Cuanto falta? – pregunto uno de los personajes
-- No sé, creo que unos 49 días –
-- ¿Tan poco? – volvió a preguntar el primer individuo, después
de un silencio de minutos
-- Si, más o menos –
-- ¿Y que pasara si no vienen? –
-- Nada, tendremos que esperar otros dos años –
-- ¿De aquí o de allí? –
-- De aquí –
En ese momento una leve y fría brisa como todo allí, levanto
un ligero polvo pardo que les cubrió el rostro de brillos rojizos
-- Pues seguramente moriremos –
-- Ya estamos muertos –
-- ¿Estas seguro? –
-- No –
-- Pues si no estás seguro, no digas esas cosas –
-- ¿Cuánto hace que no sientes frio? ¿Cuánto hace que no
oyes el zumbido del respirador? ¿Cuánto hace que no sientes nostalgia de casa? –
-- Mucho, si –
-- Yo tampoco tengo ya nostalgia –
El sol chiquitito continúo alargando las sombras de cada
piedra, rallando la superficie
El puntito brillante se hizo mas evidente en horizonte
-- ¿Cuánto falta? –
-- No sé, creo que unos 48 días –
-- ¿Tan poco? –
-- Si, más o menos –
…
Sobre la superficie de Marte dos figuras inmóviles, secas,
heladas, contemplan una estrella llamada
Tierra, en el horizonte rojo
No hay comentarios:
Publicar un comentario