Como canciones
tus palabras el recuerdo
me amanece

miércoles, 25 de agosto de 2010

El semaforo

La primera vez que reparo en él, estaba en el primer semáforo de la calle Goya. Ella estaba en pleno tramite de composición del ojo derecho, el izquierdo no lo haría hasta dos o tres semáforos mas allá.

Faltarían dos o tres segundos cuando reparo en el hombre que a su derecha le miraba sonriendo.

- ¿Qué puñetas mirara ese? – se pregunto, en el momento que se ponía verde el semáforo. Arranco, y siguió camino, destino al siguiente semáforo, al siguiente ojo.

Al día siguiente, a la misma hora, en el mismo semáforo, en el mismo ojo, volvió a mirar a su derecha, y otra vez, otra vez el mismo sonriente de ayer.

– Le hará gracia verme maquillar –

Y al tercer día, la misma escena, en el mismo semáforo., el mismo hombre, la misma sonrisa. Esta vez le devolvió la sonrisa. Una sonrisa que quería decir “gracias majo” pero en sus adentros empezaba a sentir preocupación.

El resto del camino lo hizo pendiente del retrovisor, por si le seguía, Con lo cual llego a la oficina con un ojo pintado, y el otro no y la idea de mañana coger otro camino para ir a trabajar.

Y así hizo al día siguiente, en vez de tomar por la calle Goya, siguió recto por O’Donnell, Había mas semáforos, se tardaba mas, pero al menos podría repararse tranquila, a salvo de sonrisas.

Cuando estaba ya delicada operación con el ojo izquierdo, lo cual le hacia incorporarse un poco ara poder verse en el retrovisor, Le volvió a ver, esta vez en sentido contrario, pero con la misma mirada y la misma sonrisa mas amplia si cabe.

- Este tio me sigue, este tio me sigue – se fue repitiendo hasta llegar al trabajo, y ya no pudo pensar en otra cosa en todo el día.

La siguiente mañana, que ya era de viernes, se levanto antes mucho antes, y se maquillo en casa, pero no le preparo el desayuno a su hija, que aunque tenia 21 años, novio, y estaba en la universidad, a ella le hacia sentir bien prepararle el desayuno, Así iría a clase con algo e el estomago.

Ya en la calle, circulo pendiente de retrovisor, en todos los semáforos miraba por si estaba el tipo ese, pero nada, no apareció.

- Bueno – pensó – tal vez haya sido todo coincidencia, me estoy volviendo neurótica -

Pero en el fondo, y eso le hacia sentirse mas tonta, estaba decepcionada.

Pasó el fin de semana y comenzó el lunes. Con las mismas rutinas de siempre.

Pero al llegar al semáforo, al mismo semáforo, allí estaba otra vez el. Se miraron, sonrieron, un leve movimiento de cabeza de ambos a modo de saludo y no dio tiempo a mas, verde.
Y se repitió lo mismo, el martes, el miércoles, el jueves. El viernes ya no

Ese fin de semana había quedado con sus amigas, y les relato la historia.

- Denúncialo, eso que hace es acoso – dijo Concha siempre pensando mal de cualquier cosa que tuviera pito entre las piernas, y en el fondo a quien odiaba de verdad era a su marido, lo cual compensaba su inmenso cariño por la tarjeta de crédito que este le proporcionaba.

- Será casualidad, no te preocupes – dijo Ana, siempre dispuesta a estropearle cualquier ilusión que ella tuviera, desde niñas.

- Yo lo que haría es apuntar bien grande en un folio tu teléfono y el próximo día se lo muestras, y que te llame – dijo Marian, que desde que se divorcio, se dedicaba a fomentar fama de “comehombres” aunque lo único que se comía eran tabletas y tabletas de chocolate, así se le estaba poniendo el culo.

- No, eso no – respondió ella – Y si es un violador, o un asesino, o ladrón, o peor aun… es casado –

Y a la semana siguiente, la misma rutina, las mismas sonrisas

Lo mismo no, salía ya todos los días maquillada de casa, y aunque ella no se dio cuenta, pasaba mucho mas tiempo la noche anterior eligiendo la ropa del día siguiente.

Pero un día, nada mas parar en el semáforo, el se bajo, y se dirigió a su ventanilla. A ella le iba a dar un ataque de nervios, calo el coche.

- ¿Me estas siguiendo? – pregunto el, agachándose a su altura
- Nooo – respondió ella casi gritando por los nervios.

No dio tiempo a mas, ya había comenzado el concierto para claxon e insultos de los conductores que esperaban

Al día siguiente ella bajo la ventanilla, el hizo lo propio, y de coche a coche

- ¿Y tu a mi?
- Tampoco

Un día mas de coche a coche

- Me llamo Manuel -

Y al siguiente día

- Yo Rosa

No daba tiempo para mas

Después de muchos días, semáforos, bocinazos, cuatro multas, mas de dos meses, pudieron quedar a la salida de sus trabajos en una cafetería.

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