Conducía hacia su casa. Y cada metro cada kilómetro que le acercaba a ella, aumentaba la certeza de que allí no tenía nada que hacer.
Estaba cansado, físicamente cansado
Una pereza enorme le crecía, Pereza por el mismo camino, la misma carretera, el mismo garaje, las conversaciones repetidas frente a la pantalla clara. Todo igual, siempre lo mismo.
Y le añoraba… a Ella
Subió la montaña,
Como siempre le fallo, No fue donde tenía que ir, le fallo, Pero eso ya era una constante, había fallado a tantas. A veces por causas justificadas, miserables pero justificadas, otras simplemente por la misma pereza que le invadía, por el mismo camino de siempre, hacia su casa
Cuando la carretera comenzó a dar violentas curvas, se dio cuenta de que no estaba donde tenía que estar, pero le dio igual, seguiría conduciendo, la pereza nunca fue tan grande como su curiosidad.
Condujo, sin mirar los carteles, ni los destinos, solo conducir donde le llevara
Y le llevo a donde no quería ir.
Detuvo el coche. Por fin un leyó un cartel, “Morella”
Se bajo.
No recodaba el lugar así, en la penumbra las rocas parecían mas pequeñas, y había mas pinos, pinos enormes, “¿de donde habían salido tantos pinos?”
Volvió al coche, apago las luces, para poder escudriñar en la penumbra el lugar.
Era un lugar solitario, de una carretera olvidada, no había ruidos, ni luces en el horizonte, nada, Le asusto el silencio, ni los grillos cantaban. Nada
Violo el silencio
- ¿Estas ahí? -
Nada, pero todo se paralizo, una corriente eléctrica le recorrió la espalda, hasta la nuca
- ¿Estas ahí? -
Después de unos segundos le oyó
- Si. Estoy -
- ¿Eres tu? -
- Pues claro, que otra iba a estar aquí – le respondió la voz – Y deja de gritar, veo que no has perdido las malas costumbres –
- ¿Porque me has llamado? –
- Yo no te he llamado, has venido tu solito, ya no te llamo nunca
- Pues no entiendo porque he venido –
- ¡Ay! – Se lamento la voz – veo que tampoco has cambiado con las fechas, sigues sin recordar ninguna.
El puso cara de estupor mirando al vació de la noche, y la voz volvo a hablar, pero ya en tono triste
- Hoy hace 25 años que me tuve que marchar -
- Lo siento, lo olvide,
- Me parece muy bien, no deberías haber venido – Y a continuación le pregunto
- ¿Cómo estas? ¿Eres feliz?
- Bien, como siempre- respondió él – cada vez que encuentro a alguien la fastidio tarde o temprano
- No me culparas a mi de eso, eres tu quien nunca esta satisfecho, quien siempre esta buscando –
- Si, Mireia, tienes razón –
Ella rió desde las penumbras. – Claro, como siempre – y volvió a reír
- Me gusta oírte reír – dijo el – me gusta verte contenta
- Yo ya no estoy ni contenta, ni triste. ¿Cómo están tus hijos?
- Enormes, muy majos… podían haber sido nuestros.-
- ¡Tu eres imbecil! – Le grito la voz – merecerías un castigo por lo que acabas de decir, ¡son tuyos! -
- ¡Anda vete ya! Déjame tranquila. Vete a casa, y sigue añorando a esa chica, y no me culpes a mi de tus miserias -
- ¿Y tú como estas, Mireia?-
-¿Yo?-
- Si –
- Muerta -
http://youtu.be/SLxrrE6wC5I