Como canciones
tus palabras el recuerdo
me amanece

lunes, 11 de octubre de 2010

Mis diez errores

Yo era un científico

Si señoras y señores, yo era un científico, era capaz de distinguir entre un ceratopsido, y un carnosaurio, por allá la rascadura de un diente.

Y como, todo científico, quise ser innovador en mi tesis doctoral, ese fue mi primer error. Así que pergeñe aplicar los modelos ecológicos y de relaciones tróficas del las sabanas de África oriental, a comunidades fósiles de dinosaurios cretácicos. Y desarrolle un sistema estadístico e informático para su aplicación

¿A que no se han enterado?

Pues encima yo intente hacerlo comprensible, y por desgracia lo conseguí, ese fue mi segundo error.

Mi tercer error fue que mitigando el hambre semanal en casa de mi mama, que por aquellos tiempos era jefecillo de una multinacional de la informática, le conté lo que hacia, Y ella orgullosisima de su querubín, va y lo casca en su empresa.

No pasaron muchos días cuando me llega una carta de la dichosa multinacional interesándose por el modelo estadístico, y yo, que en aquellos tiempos, tenia una vanidad, que solo era superada por mi gusto por las chicas, les remito el sistemita. Mi cuarto error.

Y un día, un mal día, me llaman, que quieren tener una entrevista conmigo, y yo que tenia una nueva corbata, que me había regalado mi antigua “churri”. ¿O era al revés? ¿La corbata era antigua, y la chica nueva? No recuerdo. Voy, y acudo a la entrevista, otro error, el quinto.

En la entrevista me dicen lo mucho que les ha gustado la idea, que les querían desarrollarla y aplicarla a Dios sabe que sistemas sociológicos, y que el mas adecuado para hacerlo seria yo, Que me pagarían 250.000 pelas, despacho, y secretaria de falda altera.
Yo finjo indignación de científico integro, y digo que no, ¡Mentira! Dije que me lo pensaría, pero que el dinero no me importaba. Y este fue el sexto

La chica con la que estaba en esos días, que era muy gastadora, y preparaba oposiciones a judicatura, monto en cólera, me dijo que si yo tenia vocación altruista que fuera a que me arreglara el cuerpo la Madre Teresa de Calcuta, que ella no.

Con lo que me resigne y llame aceptando el puesto, el séptimo de los errores, naturalmente como dije que el dinero no me importaba, no fueron 250.000 sino 200.000, y la secretaria llevaría pantalones.

Así, desarrollando la “cosa”, pase los seis meses del contrato y cuando creí que ya me libraría, y además la chica de las oposiciones ya no me arreglaba nada, salvo el animo, cuando me llamaba para contarme sus cuitas con el nuevo novio/victima. De hecho en la actualidad lo sigue haciendo, pero respecto a su segundo marido, ya saben, señoras y señores, mi fatal manía de quedar como buen amigo de mis “ex”, ¡”Caguen” en la leche que me han dado!

Pues como les decía, vencía el contrato, y me llaman, y me dicen que están muy contentos conmigo, el sistema no valía una mierda, pero yo era estupendisimo de la muerte y mas contando que mi mama era jefe en aquellos andurriales, que si quería quedarme tenían un puesto para mi desarrollando un sistema de reconocimiento de imágenes para un ministerio de mucha disciplina, a la par de formarme en unos nuevos ordenadores.

Y yo que durante esos seis meses, había cometido los errores octavo (me compre un coche chachi a crédito supermegacachi también) y noveno (el apartamento molon del acantilado en donde Aníbal perdió el peluco y yo gane mi primera hipoteca). Acepte

Y ahora se preguntaran ¿Cuál fue mi décimo error? Pues muy fácil, contarles todo esto.

Lo único acertado fue la tesis, que resulto utilísima. Utilísima para sujetar las puertas cuando hay corriente.

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