Uno dos, tres…, los paneles fluorescentes pasaban a velocidad increíble sobre su cabeza, las ruedas de la cama hacían ruido a cada cambio de baldosa, todo le resultaba desagradable.
El chaval que empujaba la cama debió notar su contrariedad, y lo interpreto como miedo, sonrió, como diciendo, “veras como no pasa nada”
Ya no era miedo, el miedo había quedado atrás, ya no tenia miedo, lo que le fastidiaba era tener que ir tumbado en una cama arrastrado por un mozalbete, ¡pero si aun podía andar!, ¿porque puñetas le tenían que arrastrar?
Después de un corto descenso en ascensor, salieron a un pasillo helado, el color de las paredes había cambiado, eran azules. Azul mar de tormenta, azul olvido, la luz era mas tenue, y la mitad de las paredes cubiertas de frío acero inoxidable, tan frío como el ambiente, acero donde veía su reflejo tumbado en una cama, y todavía le hacia sentir peor. Verse tumbado, inútil, le reventaba
Y termino el viaje, junto a otras tres camas vacías.
Ahora vendrán a buscarle para meterle en el quirófano – dijo el mozalbete de la sonrisa estupida.
Le odió
Y allí se quedo esperando, en el silencio
Sin saber de donde venia comenzó a oír a una chica que hablaba por un teléfono, debía ser eso, puesto que solo le oía habar a ella
- Debe ser alguien importante - oí que decía
- No veas que cara se le quedo
- A mi me a igual
Y mas frases sueltas, con las que no conseguía captar el sentido de la conversación, pero decidió que debía ser una chica guapa, ¡seguro!
Y tenia razón, lo era, Apareció por fin, le saludo, y empezó a empujar la cama hacia el quirófano. Le sonrió a modo de saludo. Él se fijo en la redecilla con la que recogía el pelo, era de vivos y múltiples colores.
Una vez ya dentro del quirófano, aparecieron nuevos personajes, a destacar el anestesista, un tipo enorme con sonrisa de sádico, el cirujano al que ya conocía , otra tipa indefinida tras el gurka quirúrgico y otros mas que ni se fijo , y entre cuatro se dispusieron subirle a al mesa
Y se negó, ¡vamos! que el solito podía, ni que fuera aun un invalido, y menos delante de una chica tan atractiva, así que se levanto como un rayo, y solito, se subió al hule. Sin darse cuenta que estaba desnudo, lo cual, cuando reparo en ello le supuso mas humillación.
Y la chica le coge la mano. - Que amable, para darme ánimos – le paso por la cabeza
No le dio ni tiempo a sonreír. Le clavo con saña una aguja enorme
Luego le dieron la vuelta y mientras el anestesista sádico decía:
- Ahora es importante que no te muevas
- Si ya se, cacho animal. Si me pinchas mal me dejas paralítico - pensó
Y comienza el “destripe” no sin antes, tener la deferencia de poner una barrera para que no contemplara la carnicería.
Cosa inútil, se reflejaba todo en el foco del techo, así que decidió mirar a la chica bonita, de la cual ya solo veía, los oscuros ojos, mas atractivos todavía por la edad, que debía ser mas o menos la suya
Y sintiéndose fuerte, y queriendo demostrar lo tranquilo que estaba, lo machote que era, dijo:
- Que mirada mas bonita tienes
Y entonces el cirujano carraspeo, y con un instrumento brillante en la mano, dirigiéndose a el, dijo:
- Te advierto que es mi mujer
En ese momento decidió perder el conocimiento…
domingo, 27 de septiembre de 2009
La carniceria
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario