jueves, 26 de mayo de 2011
Una farola, dos
Una farola, dos
una hora, dos
Cada luz
un recuerdo
cada cruce
un adiós
Huir,
no mirar atrás
huir,
no sentir más
Seguir
nunca parar
seguir
no querer saber donde vas
Sin abrazos
al partir
Sin sonrisas
al llegar
Una farola, dos
una hora, dos
Cada cruce
un olvido
cada adiós
un destino
miércoles, 25 de mayo de 2011
La Voz
Conducía hacia su casa. Y cada metro cada kilómetro que le acercaba a ella, aumentaba la certeza de que allí no tenía nada que hacer.
Estaba cansado, físicamente cansado
Una pereza enorme le crecía, Pereza por el mismo camino, la misma carretera, el mismo garaje, las conversaciones repetidas frente a la pantalla clara. Todo igual, siempre lo mismo.
Y le añoraba… a Ella
Subió la montaña,
Como siempre le fallo, No fue donde tenía que ir, le fallo, Pero eso ya era una constante, había fallado a tantas. A veces por causas justificadas, miserables pero justificadas, otras simplemente por la misma pereza que le invadía, por el mismo camino de siempre, hacia su casa
Cuando la carretera comenzó a dar violentas curvas, se dio cuenta de que no estaba donde tenía que estar, pero le dio igual, seguiría conduciendo, la pereza nunca fue tan grande como su curiosidad.
Condujo, sin mirar los carteles, ni los destinos, solo conducir donde le llevara
Y le llevo a donde no quería ir.
Detuvo el coche. Por fin un leyó un cartel, “Morella”
Se bajo.
No recodaba el lugar así, en la penumbra las rocas parecían mas pequeñas, y había mas pinos, pinos enormes, “¿de donde habían salido tantos pinos?”
Volvió al coche, apago las luces, para poder escudriñar en la penumbra el lugar.
Era un lugar solitario, de una carretera olvidada, no había ruidos, ni luces en el horizonte, nada, Le asusto el silencio, ni los grillos cantaban. Nada
Violo el silencio
- ¿Estas ahí? -
Nada, pero todo se paralizo, una corriente eléctrica le recorrió la espalda, hasta la nuca
- ¿Estas ahí? -
Después de unos segundos le oyó
- Si. Estoy -
- ¿Eres tu? -
- Pues claro, que otra iba a estar aquí – le respondió la voz – Y deja de gritar, veo que no has perdido las malas costumbres –
- ¿Porque me has llamado? –
- Yo no te he llamado, has venido tu solito, ya no te llamo nunca
- Pues no entiendo porque he venido –
- ¡Ay! – Se lamento la voz – veo que tampoco has cambiado con las fechas, sigues sin recordar ninguna.
El puso cara de estupor mirando al vació de la noche, y la voz volvo a hablar, pero ya en tono triste
- Hoy hace 25 años que me tuve que marchar -
- Lo siento, lo olvide,
- Me parece muy bien, no deberías haber venido – Y a continuación le pregunto
- ¿Cómo estas? ¿Eres feliz?
- Bien, como siempre- respondió él – cada vez que encuentro a alguien la fastidio tarde o temprano
- No me culparas a mi de eso, eres tu quien nunca esta satisfecho, quien siempre esta buscando –
- Si, Mireia, tienes razón –
Ella rió desde las penumbras. – Claro, como siempre – y volvió a reír
- Me gusta oírte reír – dijo el – me gusta verte contenta
- Yo ya no estoy ni contenta, ni triste. ¿Cómo están tus hijos?
- Enormes, muy majos… podían haber sido nuestros.-
- ¡Tu eres imbecil! – Le grito la voz – merecerías un castigo por lo que acabas de decir, ¡son tuyos! -
- ¡Anda vete ya! Déjame tranquila. Vete a casa, y sigue añorando a esa chica, y no me culpes a mi de tus miserias -
- ¿Y tú como estas, Mireia?-
-¿Yo?-
- Si –
- Muerta -
http://youtu.be/SLxrrE6wC5I
Estaba cansado, físicamente cansado
Una pereza enorme le crecía, Pereza por el mismo camino, la misma carretera, el mismo garaje, las conversaciones repetidas frente a la pantalla clara. Todo igual, siempre lo mismo.
Y le añoraba… a Ella
Subió la montaña,
Como siempre le fallo, No fue donde tenía que ir, le fallo, Pero eso ya era una constante, había fallado a tantas. A veces por causas justificadas, miserables pero justificadas, otras simplemente por la misma pereza que le invadía, por el mismo camino de siempre, hacia su casa
Cuando la carretera comenzó a dar violentas curvas, se dio cuenta de que no estaba donde tenía que estar, pero le dio igual, seguiría conduciendo, la pereza nunca fue tan grande como su curiosidad.
Condujo, sin mirar los carteles, ni los destinos, solo conducir donde le llevara
Y le llevo a donde no quería ir.
Detuvo el coche. Por fin un leyó un cartel, “Morella”
Se bajo.
No recodaba el lugar así, en la penumbra las rocas parecían mas pequeñas, y había mas pinos, pinos enormes, “¿de donde habían salido tantos pinos?”
Volvió al coche, apago las luces, para poder escudriñar en la penumbra el lugar.
Era un lugar solitario, de una carretera olvidada, no había ruidos, ni luces en el horizonte, nada, Le asusto el silencio, ni los grillos cantaban. Nada
Violo el silencio
- ¿Estas ahí? -
Nada, pero todo se paralizo, una corriente eléctrica le recorrió la espalda, hasta la nuca
- ¿Estas ahí? -
Después de unos segundos le oyó
- Si. Estoy -
- ¿Eres tu? -
- Pues claro, que otra iba a estar aquí – le respondió la voz – Y deja de gritar, veo que no has perdido las malas costumbres –
- ¿Porque me has llamado? –
- Yo no te he llamado, has venido tu solito, ya no te llamo nunca
- Pues no entiendo porque he venido –
- ¡Ay! – Se lamento la voz – veo que tampoco has cambiado con las fechas, sigues sin recordar ninguna.
El puso cara de estupor mirando al vació de la noche, y la voz volvo a hablar, pero ya en tono triste
- Hoy hace 25 años que me tuve que marchar -
- Lo siento, lo olvide,
- Me parece muy bien, no deberías haber venido – Y a continuación le pregunto
- ¿Cómo estas? ¿Eres feliz?
- Bien, como siempre- respondió él – cada vez que encuentro a alguien la fastidio tarde o temprano
- No me culparas a mi de eso, eres tu quien nunca esta satisfecho, quien siempre esta buscando –
- Si, Mireia, tienes razón –
Ella rió desde las penumbras. – Claro, como siempre – y volvió a reír
- Me gusta oírte reír – dijo el – me gusta verte contenta
- Yo ya no estoy ni contenta, ni triste. ¿Cómo están tus hijos?
- Enormes, muy majos… podían haber sido nuestros.-
- ¡Tu eres imbecil! – Le grito la voz – merecerías un castigo por lo que acabas de decir, ¡son tuyos! -
- ¡Anda vete ya! Déjame tranquila. Vete a casa, y sigue añorando a esa chica, y no me culpes a mi de tus miserias -
- ¿Y tú como estas, Mireia?-
-¿Yo?-
- Si –
- Muerta -
http://youtu.be/SLxrrE6wC5I
domingo, 15 de mayo de 2011
La cita
Cuando salio de casa lo tenía todo muy claro…
- No va a pasar nada – se decía – No hagas planes, las cosas van solas…
Iba con tiempo, con mucho tiempo, no hacia falta correr. Llego a la calle de la cita, y se puso a buscar aparcamiento. Una vuelta, otra vuelta, y otra
- No, si al final llegare tarde -
Y por fin encontré sitio. Aparco, y aun tenia mucho tiempo, y al bajar se de coche se dio cuenta.
- ¡Joder! La fastidie - exclamo contemplaba el desastre a sus pies
Por maldición de algún travieso duende, tal vez de dos patas, a sus pies llevaba calcetines de distinto color, bueno, no muy distinto y aunque quizás ella no notara nada, el lo sabia, y eso no le dejaría estar tranquilo en toda la noche
Así que se subió otra vez al coche y se dirigió a al Corte Ingles cercano, compraría unos calcetines. Aun había tiempo
A todo correr compro los calcetines, y volvió a la dichosa calle. Otra vez a buscar aparcamiento
- No, si al final llegare tarde -
Por fin encontró el aparcamiento, era tan estrecho que tendría salir por el portón trasero. Eso, o dejar la tripa en el intento, lo cual no le vendría mal.
Y aparco, y al salir por la hendidura que dejaba la puerta, se produjo el desastre final, se engancho el pantalón, y este rompió.
Así no acudiría, no, ni pensarlo. Una cosa es ir a comprar calcetines, otra era un pantalón, además no había tiempo, ya era la hora y ella estaba allí, ya la veía
- Que guapa es – pensó – pero tranquilo, que no tienes intenciones.
Cogio el teléfono y se dispuso a cancelar la cita, así no se presentaría, enseñando los calzoncillos, y menos ante una mujer tan bonita
- ¡Hola! – dijo ella a contestar la llamada.
- Veras… no voy a poder acudir - titubeante e inseguro – ya se que es tarde, pero es que me ha surgido un problema y no puedo ir…
- Pero si te estoy viendo – dijo ella
Y después de un silencio que a él le pareció eterno, dijo:
- Es que al salir del coche se me ha roto el pantalón y no quiero que me veas así…
Ella echo una carcajada tremenda, y respondió
- Anda tonto, ven que te de un beso -
- No va a pasar nada – se decía – No hagas planes, las cosas van solas…
Iba con tiempo, con mucho tiempo, no hacia falta correr. Llego a la calle de la cita, y se puso a buscar aparcamiento. Una vuelta, otra vuelta, y otra
- No, si al final llegare tarde -
Y por fin encontré sitio. Aparco, y aun tenia mucho tiempo, y al bajar se de coche se dio cuenta.
- ¡Joder! La fastidie - exclamo contemplaba el desastre a sus pies
Por maldición de algún travieso duende, tal vez de dos patas, a sus pies llevaba calcetines de distinto color, bueno, no muy distinto y aunque quizás ella no notara nada, el lo sabia, y eso no le dejaría estar tranquilo en toda la noche
Así que se subió otra vez al coche y se dirigió a al Corte Ingles cercano, compraría unos calcetines. Aun había tiempo
A todo correr compro los calcetines, y volvió a la dichosa calle. Otra vez a buscar aparcamiento
- No, si al final llegare tarde -
Por fin encontró el aparcamiento, era tan estrecho que tendría salir por el portón trasero. Eso, o dejar la tripa en el intento, lo cual no le vendría mal.
Y aparco, y al salir por la hendidura que dejaba la puerta, se produjo el desastre final, se engancho el pantalón, y este rompió.
Así no acudiría, no, ni pensarlo. Una cosa es ir a comprar calcetines, otra era un pantalón, además no había tiempo, ya era la hora y ella estaba allí, ya la veía
- Que guapa es – pensó – pero tranquilo, que no tienes intenciones.
Cogio el teléfono y se dispuso a cancelar la cita, así no se presentaría, enseñando los calzoncillos, y menos ante una mujer tan bonita
- ¡Hola! – dijo ella a contestar la llamada.
- Veras… no voy a poder acudir - titubeante e inseguro – ya se que es tarde, pero es que me ha surgido un problema y no puedo ir…
- Pero si te estoy viendo – dijo ella
Y después de un silencio que a él le pareció eterno, dijo:
- Es que al salir del coche se me ha roto el pantalón y no quiero que me veas así…
Ella echo una carcajada tremenda, y respondió
- Anda tonto, ven que te de un beso -
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