-- ¡Hola! – dijo el gato.
-- Porque me hablas si eres un gato –
-- Por eso precisamente porque soy un gato, y todo el mundo
sabe que no te gustan los gatos –
-- En eso tienes razón, prefiero los perros, pero eso no es razón
para hablarme, los gatos no hablan –
-- Ni los perros –
-- Ya que estamos, dime como te va de gato –
-- Bien, como todos los días, hago lo que me da la gana,
holgazaneo, y cuando quiero una caricia siempre hay una estúpido o estúpida dispuesta a dármela, y ni siquiera
tengo la obligación de divertir, querer, pasear, cuidar la casa, ladrar a los extraños,
y ponerme contento cuando llega el estúpido o la estúpida. Ejerzo de gato nada
más –
-- Pues me sigues sin gustar –
-- Y a mí que mas me da, soy un gato, no necesito el cariño
de nadie, solo que me cuiden –
-- Pues mucho te cuidan pero te caparon –
-- Por eso no necesito el cariño de nadie, de lo contrario necesitaría
el cariño de alguna gata de vez en cuando, con todo lo que eso con lleva,
peleas, salidas nocturnas, preocupaciones –
-- Pues vas a tener razón, Gato. ¿Y hace mucho que hablas? –
-- No mucho, desde que te volviste loco. ¿Me vas a poner la comida
de una vez? ¿O tengo que seguir de
palique contigo? –
-- ¡Vale! voy. Y oye
Gato, me tienes que contar que pasa en casa cuando me voy a trabajar –
-- ¡Que te lo cuente el perro!, que al fin y al cabo, lo que
ocurre es culpa suya, tanto paseo al parque y tanta charla con los otros estúpidos
dueños de perro. Pero claro. si dejas de darme pienso y me compras durante un
mes o dos esas latas de lujo, lo mismo te lo cuento –
-- ¡Estas listo! vas a comer pienso como un campeón, tampoco
me interesa mucho lo que pase –