Siempre al caer la tarde, después de una ducha de agua y olvido, me juntaba en la cantina del personal, con los rusos, los pilotos rusos.
No eran las personas mas recomendables, ni las mas sanas , ni siquiera las mas “guapas” que había allí, pero eran las únicas que reían, con ganas, con alegría, por eso me gustaba juntarme con ellos, a pesar de que ni yo, ni mi hígado, entendieran una palabra, de lo que decían y porque brindábamos
Todos ellos, o casi todos eran exmilitares, contrabandistas y con el desparpajo ante la vida, de quien casi la pierde en muchas ocasiones, la verdad es que eran unos tipos que me gustaban, todos cuarentones, como lo soy yo ahora, y mucho mas cínicos que yo lo soy.
Además su ingles era tan malo como el mío, lo cual hacia que todo fuera mas comprensible, en el absurdo e incomprensible lugar que nos encontrábamos.
Un día, cometí un error, los hice ponerse serios, tal vez ese día me pase de chupitos, pero hice una mala pregunta.
Estaba sentado con dos de ellos, y entre trago y trago, se me ocurrió decir, preguntar:
-¿No seria mas fácil, en vez de andar trayendo grano todos los días, coger a toda esta gente y devolverla a sus tierras, para que lo cultiven ellos? -
Se hizo un silencio, la sonrisa eterna que mostraban desapareció
Después de unos segundos uno de ellos se echo mano al pantalón, saco la cartera, y de ella una foto
En la foto, dos chicas muy guapas, muy rubias, jovencitas, mucho mas que yo en ese tiempo, ya esperaba un comentario acerca de una conquista o hazaña eslavo/sexual.
No recuerdo exactamente las palabras, dichas en ingles comanche, pero fueron algo así:
“Son mis hijas, están en la universidad, y tienen que comer y vestir todos los días”
Entonces comprendí, entendí, ya el lugar donde nos encontramos dejo de ser absurdo, y lo absurdo fue mi pregunta.
Volvieron las eslavas sonrisas, y nos trajinamos otro chupito de vodka a la salud de dos preciosas chicas rusas
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