Como canciones
tus palabras el recuerdo
me amanece

jueves, 14 de octubre de 2010

El cuadro

Llego como todos los días, a la misma hora, con el mismo cansancio y la misma corbata. E hizo las mismas rutinas, se quito los zapatos, dejo las llaves en el aparador, saco de un bolsillo el tabaco y el mechero, y sin ni siquiera aun saludar, entro en el salón y los dejo en la mesa.

Y solo entonces dijo algo

- Cari, ya he llegado -

- Te oí, estoy en la habitación de la niña.-

Siguió con sus rutinas, fue a la habitación se desnudo, doblo los pantalones, colgó la corbata, y se puso el pijama.

Una vez hecho esto se dirigió otra vez al salón, y sentado en el sofá encendió la tele al unísono de un cigarrillo

En ese momento reparó en ello, el cuadro. El cuadro grande, no era el mismo, tenia el mismo tamaño, la misma forma pero no era el mismo que cuadro.

- ¡Cari! ¿Por qué has cambiado el cuadro del salón? – grito para que le oyera
- ¿Qué dices? No te oigo, - respondió ella desde el otro lado de la casa
- ¿Qué porque has cambiado el cuadro del salón? – elevando la voz
- Espera que voy – dijo ella

Cuando ella entro en el salón el le volvió a preguntar señalando el cuadro:

-¿Por qué has cambiado el cuadro del salón?-
- ¿Pero que dices? Yo no he cambiado nada – respondió
- Ese cuadro no es el mismo, es distinto –
- ¡Anda ya! Estas tonto, es el mismo que lleva allí diez años – dijo dando la vuelta y volviendo a las profundidades de la casa

El miro una vez mas al cuadro, se encogió de hombros, y cambio el canal de la televisión.

Al día siguiente, cuando llego realizo la misma rutina y la sentarse en el sofá dio un respingo. El cuadro era otro, no el mismo que siempre estuvo, ni el de ayer, otro.

- ¡Yolanda! ¡ven!- grito
- Ahora no puedo – grito ella
- ¡Que vengas! – dijo de muy malas maneras

Yolanda apareció con unos guantes de plástico manchados de un líquido negruzco, y el pelo mojado y revuelto

- Me estoy tiñendo ¿que quieres? -
- Ese cuadro no es le mismo que había ayer, ni el de siempre –
- ¿Estas de cachondeo? – Respondió ella – como se me estropee el tinte…

Y se dio la vuelta aparentando estar enfada, pero en el fondo encantada, hacia años que su marido no le gastaba una broma.

El se quedo mirando, examinado el cuadro, miro detrás, las pintura se oscurecía a su alrededor, alguna pelusa y un rastro de tela de araña, aquello parecía no haberse tocado en años.

Se sentó en el sofá, y cambio de canal.

Cuando llego ene le siguiente día, ni se quito los zapatos ni hizo nada de lo habitual, fue directo al salón., encendió la luz, y… el cuadro era otra vez distinto. Se desplomo en el sofá, sin poder dejar de mirar el cuadro

Su mujer apareció y al verle así dijo:

- ¿No te cambias?

El asintió con la cabeza, y sin decir palabra fue a cambiarse
Cuando volvió al salón, se sentó en el sofá, encendió un cigarrillo, la tele, y con el móvil el hizo una foto al cuadro.

- Mañana veremos - pensó

Llego mañana y nada mas entrar en la casa fue al salón, como siempre el cuadro era distinto, pero tenia la prueba

- ¡Yolanda! -

Y cuando acudió ella le dijo enseñándole la foto del móvil

- ¿Me vas a decir que este cuadro es el mismo de ayer?
- Si,- respondió ella – y ya vale con la bromita

Dio la vuelta al móvil y con espanto vio que la foto era del mismo cuadro que en ese momento colgado de la pared

- Me estoy volviendo loco - musito
- Anda cambiate, y descansa, - dijo ella – no decías que hoy había partido

Durante los siguientes días, meses, el cuadro fue cambiando siempre, hasta que el cambio se convirtió en una rutina mas, una más.

Hasta que un día, al sentarse en el salón. Vio que el cuadro era el original, el mismo de siempre. Pero no lo dio mas importancia

Cambio de canal y siguió viendo la tele, hasta que…

Oyó como su mujer sea acercaba, y al entrar la vio, esa no era Yolanda, era otra mujer, ni mas guapa, ni mas fea, ni mas alta, ni mas baja, era otra mujer, no era Yolanda. Pero tenía su misma voz, que le decía:
- Tan pesadito que te pusiste con lo de cuadro, y ahora que si lo he cambiado ¿no dices nada? -
- ¿Quién es usted? – solo dijo el
- ¿Qué? – con cara de no entender nada dijo la extraña
- ¿Qué quien es usted? ¡Basta ya de bromas! ¡Fuera de mi casa!
- ¡Estas loco! – dándose al vuelta y sollozando hasta que el portazo de la habitación devolvió el silencio

El se quedo toda la noche despierto, sin atreverse a acudir en busca de aquella extraña que pasaba por su mujer. Hasta que marcho a trabajar.

Cuando llego a la noche del trabajo, traía otra cara, Sin hacer otra cosa acudió en busca de su mujer, y cuando la encontró, no era la misma Yolanda, ni la de siempre, ni la de ayer, pero se acerco a ella, le beso en la nuca, y suavemente comenzó conducirla a la habitación. Mientras esto hacia pensaba:

- Hoy es hoy, ya veremos que me encuentro mañana -

lunes, 11 de octubre de 2010

Mis diez errores

Yo era un científico

Si señoras y señores, yo era un científico, era capaz de distinguir entre un ceratopsido, y un carnosaurio, por allá la rascadura de un diente.

Y como, todo científico, quise ser innovador en mi tesis doctoral, ese fue mi primer error. Así que pergeñe aplicar los modelos ecológicos y de relaciones tróficas del las sabanas de África oriental, a comunidades fósiles de dinosaurios cretácicos. Y desarrolle un sistema estadístico e informático para su aplicación

¿A que no se han enterado?

Pues encima yo intente hacerlo comprensible, y por desgracia lo conseguí, ese fue mi segundo error.

Mi tercer error fue que mitigando el hambre semanal en casa de mi mama, que por aquellos tiempos era jefecillo de una multinacional de la informática, le conté lo que hacia, Y ella orgullosisima de su querubín, va y lo casca en su empresa.

No pasaron muchos días cuando me llega una carta de la dichosa multinacional interesándose por el modelo estadístico, y yo, que en aquellos tiempos, tenia una vanidad, que solo era superada por mi gusto por las chicas, les remito el sistemita. Mi cuarto error.

Y un día, un mal día, me llaman, que quieren tener una entrevista conmigo, y yo que tenia una nueva corbata, que me había regalado mi antigua “churri”. ¿O era al revés? ¿La corbata era antigua, y la chica nueva? No recuerdo. Voy, y acudo a la entrevista, otro error, el quinto.

En la entrevista me dicen lo mucho que les ha gustado la idea, que les querían desarrollarla y aplicarla a Dios sabe que sistemas sociológicos, y que el mas adecuado para hacerlo seria yo, Que me pagarían 250.000 pelas, despacho, y secretaria de falda altera.
Yo finjo indignación de científico integro, y digo que no, ¡Mentira! Dije que me lo pensaría, pero que el dinero no me importaba. Y este fue el sexto

La chica con la que estaba en esos días, que era muy gastadora, y preparaba oposiciones a judicatura, monto en cólera, me dijo que si yo tenia vocación altruista que fuera a que me arreglara el cuerpo la Madre Teresa de Calcuta, que ella no.

Con lo que me resigne y llame aceptando el puesto, el séptimo de los errores, naturalmente como dije que el dinero no me importaba, no fueron 250.000 sino 200.000, y la secretaria llevaría pantalones.

Así, desarrollando la “cosa”, pase los seis meses del contrato y cuando creí que ya me libraría, y además la chica de las oposiciones ya no me arreglaba nada, salvo el animo, cuando me llamaba para contarme sus cuitas con el nuevo novio/victima. De hecho en la actualidad lo sigue haciendo, pero respecto a su segundo marido, ya saben, señoras y señores, mi fatal manía de quedar como buen amigo de mis “ex”, ¡”Caguen” en la leche que me han dado!

Pues como les decía, vencía el contrato, y me llaman, y me dicen que están muy contentos conmigo, el sistema no valía una mierda, pero yo era estupendisimo de la muerte y mas contando que mi mama era jefe en aquellos andurriales, que si quería quedarme tenían un puesto para mi desarrollando un sistema de reconocimiento de imágenes para un ministerio de mucha disciplina, a la par de formarme en unos nuevos ordenadores.

Y yo que durante esos seis meses, había cometido los errores octavo (me compre un coche chachi a crédito supermegacachi también) y noveno (el apartamento molon del acantilado en donde Aníbal perdió el peluco y yo gane mi primera hipoteca). Acepte

Y ahora se preguntaran ¿Cuál fue mi décimo error? Pues muy fácil, contarles todo esto.

Lo único acertado fue la tesis, que resulto utilísima. Utilísima para sujetar las puertas cuando hay corriente.